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lunes, 9 de noviembre de 2009

Estefania a a a. . .

Entonces mirando el cielo me recosté en el pasto verde,
Se sentía como un colchón tan blando,
cerré los ojos y me fui en el cielo a viajar en una nube grande y tranparente,
Sentía el aire en mi rostro, como movía mi cabello, como me hacía sentir un grande escalofrió, al recorrer el aire mi cuerpo.
De pronto algún sentimiento de tristeza me invadió,
Se sentía como había presión en mi pecho,
Mi respiración se aceleraba, un nudo pequeño en la garganta,
Y también unas pequeñas ganas de llorar, no sabía por qué era,
Más me di cuenta que al vivir mi momento con calma, en paz y presente,
Encontraba sentimientos guardados, que no había notado.
Pero me permití sentirlo y explorarlo, me deje llevar por esa respiración tan rápida que poco a poco sola se fue calmando y recorrí mis piernas sentía un pequeño cosquilleo, mi espalda ese dolor que me daba lo detecte, y seguí recorriendo hasta mi estomago reconociendo cada sensación, De donde venia y que me hacía sentir, y de repente ya no sentía nada, mis respiración llenaba mis pulmones de aire y estaba tan relajada que sentía que podía flotar en la alfombra de pasto verde.
Me fui entre un sueño de recuerdos y el aire,
veía cada parte de las personas dañada, sus miedos, el orgullo, su infancia, algunos estaban más afectados que otros, había uno por ahí en una esquina sentado con la pureza más grande, la inocencia, la mirada tan cálida y un corazón tan grande, y esas personas dañadas lo veían y notaban esa pureza y se compadecían algunos aventaban unas monedas y otros ni siquiera miraban, Seguí caminando, y en otra esquina se encontraba una señora recogiendo su comida, se había tropezado y lo que ella comería en todo el día estaba en el suelo, todos pasaban, y ni una sola persona se acerco a ayudarla, fui con ella y la mire empecé a recoger su comida, me mira y con su mirada tan linda me dice gracias sin palabras, sentadas las dos en el piso platicábamos en medio de un lugar donde muchísimas personas transitaban, después llego su bisnieta y la llevo a una esquina donde normalmente tejían muñecas mexicanas, y me regalo una, no sé porque razón esa señora me marco de una manera tan grande, que esa experiencia me llena de muchísima felicidad por que a pesar de muchísimas cosas malas que la señora pasaba a diario era tan grande, amorosa y fuerte que muchas otras personas, sigue vendiendo y tejiendo sus muñecas, la verdad yo no sé cómo le hace siendo tan grande, por que vive en un cerro y siempre va caminando a todos lados. A veces las personas que no vemos o intentamos ignorar, son las que de corazón te darán un consejo o te contaran experiencias maravillosas y no viven la vida tan deprisa se sientan y te cuentan tantas cosas que vale la pena escuchar cuando se aprende de ellas,
es cuando realmente se le toma sentido a la vida,
La admiro tanto, y me da mucha tristeza saber que muchas personas no tienen el tiempo de detenerse a ayudar a alguien que le necesita.